Una ficción sobre nuestras ficciones

10/26/20234 min read

Entre los años 2014 y 2020, no pude escribir historias. Las razones fueron muchas pero convergieron en una sola: depresión. Ante mis ojos, mi propia existencia no estaba justificada. Así, ¿cómo justificaría la existencia de mis historias?

Durante ese tiempo, mi valor propio dependía del éxito académico y de sentir que cumplía las expectativas de la gente a mi alrededor. Intenté existir, pero no funcionó; intenté dejar de existir, pero tampoco funcionó. Para efectos prácticos, durante esos 6 años viví en una especie de limbo, construyendo castillos en el vacío. Hui de todo y hui de mí. Y las heridas tardaron en sanar, pero fueron sanando, hasta que el confinamiento por la pandemia me llevó a enfrentar, confrontar y redibujar mis concepciones preestablecidas del mundo y de mí mismo.

Y, después de tanto tiempo, me atreví a escribir de nuevo.

Escribí una historia sobre una mujer encarnada entre los mecanismos de una casa, que su mayor preocupación es cómo explicarle a su gato la ausencia de su esposo, quien la había abandonado. Por primera vez en tantos años, leí un cuento mío y pensé: "esto no es tan malo", pues ante mis ojos, el centenar de cuentos que había escrito hasta entonces era basura, salvo quizá uno. Cada cuento escrito hasta entonces era una parte de mí, y me estaba reconciliando con todas esas partes escindidas.

Nunca me he asumido como escritor, sino sólo como alguien que escribe. Sé que pensarán que la distinción entre estas dos categorías es una cuestión de semántica, pero depende más de la ficción que construimos sobre nosotros.

Fue hace apenas pocos días que usé la palabra escritor para referirme a lo que soy, como parte de una semblanza de 3 líneas para un cuento que será publicado en enero en una revista anglosajona. "Writer". ¿Qué significa esa palabra? Escribo, pero... Pero. Pero no tengo libros publicados. Pero no vivo de eso. Pero hasta ahora nadie me ha pagado por ello, excepto lo que recibiré por ese cuento en inglés, que no cubrirá ni 2 semanas de renta. Pero no vengo de una familia privilegiada con contactos en el mundo literario. Pero no he ganado ningún premio, sólo una mención. Pero sólo he publicado cuentos en revistas y antologías, y además casi nadie los lee.

Pero todas esas son ficciones.

Bueno, requiero ser más preciso. Lo que mencioné anteriormente son hechos, pero la forma en que estos afectan mi autopercepción surge de las interpretaciones que le doy a estos los hechos, de las ficciones construidas en torno a la realidad material, que muchas veces rodean como capas al hecho original hasta hacerlo invisible, de forma que todo lo que vemos son las ficciones a su alrededor.

Como lo recuerda Yuval Noah Harari, las ficciones son útiles y vitales. Sin historias aceptadas por convención sobre cosas como el dinero, las naciones, las corporaciones o los derechos humanos, ninguna sociedad compleja puede funcionar. Y las ficciones funcionan también a un nivel muy personal, pues las narrativas que construimos sobre nuestra propia naturaleza moldean la forma en que nos observamos.

No hablo de la charlatanería new age de "The Secret" y "manifestar" para alterar la realidad material a nuestro alrededor sólo porque lo deseamos. Desear no es suficiente. También tenemos que juntar las piezas del rompecabezas que somos y ordenarlas en nuevas configuraciones, descartar piezas de bordes rotos y crear nuevas piezas con los materiales de los que dispongamos. Y, sobre todo, algo que tampoco es suficiente pero sí muy necesario: pensar en quienes somos con empatía y paciencia, y hacer lo mejor que podamos con las condiciones materiales que moldean nuestra existencia.

Con el tiempo, conocí personas y espacios que se fueron o se quedaron, y poco a poco llegué a un lugar más amoroso, no sólo por el amor que llega a mí desde fuera sino desde mí mismo. Pero aún hay piezas de rompecabezas que reordenar y recortar y crear. Sí, aún pienso que esos primeros 100 cuentos que escribí son muy malos, pero con el tiempo he podido rescatar algunos y los he trabajado hasta darles una forma con la que me sienta al menos un poco satisfecho. Y, lo más importante, he seguido escribiendo, a pesar de que en 2021 y 2022 tampoco publicara ningún cuento. No escribo mucho, pero escribo. ¿Es eso lo que significa ser escritor?

Gran parte de lo que la depresión hace en tu cerebro es que te hace olvidar que tienes opciones. Pero no sólo la depresión, sino la percepción de fracaso continuado. Por muchos años, ante mis ojos yo era un fracaso, porque no podía cumplir mis expectativas o las de las personas a mi alrededor. Pero poco a poco recordé que tenía opciones. Existir es una opción, y no tienes que justificarla. Sí, ese cuento en el que depositaste muchas esperanzas no le gustó lo suficiente al jurado, pero tienes la opción de mandarlo a más lugares y a alguien le gustará. ¿No salió bien o como lo esperabas? Inténtalo de nuevo, y cambia algo si es necesario, sobre todo las ficciones que has asumido sobre ti.

Algo que hacemos bastante bien los humanos es extrapolar. Nuestro cono de luz cognitivo, usando un término de Michael Levin, se expande desde el nacimiento hasta la muerte hipotética del universo conocido, o a veces tan sólo a lo que cenaremos esa noche, o si tendremos algo para cenar. Al extrapolar pasadas decepciones, asuminos que el futuro será decepcionante.

Somos la suma y la interacción de las ficciones que hemos construido alrededor de nuestra existencia. Esas ficciones son mutables y responden en parte a nuestra realidad inmediata, a nuestra interpretación del pasado y nuestras esperanzas sobre el futuro. No, no tengo la respuesta a cómo ser una persona más amorosa y paciente hacia ti y hacia las demás, pero intuyo que la respuesta no es bajar tus expectativas o extrapolar dolores pasados. En mi caso, sin duda rodearme de personas amorosas ha ayudado, para crear una visión más justa y amorosa de mí mismo, donde cualquier expectativa que tenga sea filtrada bajo esa mirada más empática. Mis ojos están más abiertos y atreverme a nuevas cosas parece al fin una opción, la que más tiene sentido.

Y por ello escribiré, como si hubiera opciones y hubiera futuro. Porque el futuro está hecho de ficciones aún no escritas. Y ante todo, disfrutemos escribir esas ficciones.